Luis Sapag cuenta que de chico no podía entender esas costumbres “arcaicas”, la detención en el tiempo en la que parecían estar sumergidas, la ausencia de tecnología y de un vínculo aparente con el resto del mundo. “Pero estaban muy conformes con lo que hacían. Eso logró conmover mis propias seguridades”, define y confiesa.
Según su autor, hijo del fundador del MPN y cinco veces gobernador Felipe Sapag, se trata de un texto en el que no hay una proliferación de fechas y nombres (“es una historia social”, enfatiza), una indagación en la mezcla interesantísima que surge de las poblaciones indígenas y combatientes realistas en plena retirada desde Chile a la Argentina, dejando atrás las batallas contra -y en defensa de- la corona libradas en esta parte del mundo, hace unos 200 años.
En 1832, en las Lagunas de Epulafquen, “cae la última bandera española en América. Es el fin de la zaga de los Pincheira”, dice Sapag, sobre el grupo de hermanos realistas que cerca de 1820 cruzó la cordillera, acordaron con los indios “y dieron forma a la primera colonización no aborigen de la Patagonia”.